lunes, 9 de febrero de 2015

Por qué ladran de noche los perros de Kathmandu

Un café, un pastel de manzana con pedazos trozados de forma grosera salpicado por canela y una libreta matizan los recuerdos del sueño de anoche, interrumpido por los alaridos de un perro, llenan el silencio de la noche por un segundo, un relámpago que desata la tempestad de los ladridos que me despiertan, el frío de la noche sólo puede ser interrumpido por su guardianes o la llegada del  agitado día en que el movimiento alborotado de miles de personas llenan las calles de febril actividad,que paraliza,  el ruido de los autos con su bocinas orquestan esta sinfonía donde la próxima nota no ha sido escrita, pero nunca estará donde tú piensas en ritmo atonal, una odisea atravesar la calle pero curiosamente nunca una mala palabra, nunca un grito de reproche, es quizás la conveniencia de lo imposible que resulta vivir en este cao, aquieta sus almas y las preparé para la sobrevida en la tempestad del día. En cada esquina bajo el sol, un perro dormita recogiendo el calor que necesitarás para una nueva noche fría.

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