sábado, 6 de junio de 2015

Dia del patrimonio, por un patrimonio vivo.

El 31 de mayo en el día del Patrimonio fuimos con mi marido a recorrer la ciudad.

Nos encontramos con un gran mural, sillas obstruyendo el paso, pancartas y un

carro de supermercado recibiendo aportes para la toma de la Facultad de

Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

En la puerta, unos jóvenes con cara de frio y unas piochas en sus pechos que decían

“dia del patrimonio FAO en toma” hechas de material reciclado.

Pasar por esa puerta era como superar el umbral del prejuicio y la construcción

social que hemos generado en torno al movimiento estudiantil…restos de elementos

quemados, desorden y rayados parecian ser el purgatorio para conocer otra verdad,

que asombra y emociona.

Porque había que superar justamente aquello, lo que los medios inmediatistas nos

entregan, lo que las conversaciones livianas y autocentradas levantan con fuerza

cuando nos encontramos con un taco al retorno de la casa, o el metro saturado o las

calles mojadas.

Porque detrás de ese muro de lamentos individualistas están estos jóvenes tratando

de hacer un cambio social.

Detrás de esas paredes se han tomado su universidad y la están cuidando como un

santuario de aprendizaje colectivo y amoroso.

Hubieramos podido imaginar que tras las rejas los estudiantes están recolectando

semillas libres de los transgénicos que nosotros mismos hemos aceptado para

alimentarlos? Que tienen una huerta entre los cimientos de su vieja y bella escuela?

Que la construyeron donde habían cachureos abandonados del Diógenes de los

servicios públicos? Que se han tomado una sala para construir un taller gratuito de

reparación de bicicletas? Que tienen un centro de reciclaje?  Que han generado un

movimiento de fotografía basado en el encuentro con el otro, doloroso y que

evidencia que las  cosas no han cambiado mucho pero que ellos no pierden la fe.

Ahí suceden asambleas, votaciones, diálogos con la comunidad. Una cocina común,

una olla común, se cuidan, se respetan, hacen turnos, limpian y reparan.

Las sillas rotas de la entrada fueron destruidas por las fuerzas especiales tratando

de ingresar, sin permiso de las autoridades universitarias, con guanacos y lumas.

Ellos tomaron esas sillas y desarrollaron un taller de soldadura y le enseñaron a los

vecinos a construir bicicleteros. Bellos pintados de negro, abrazan un medio de

transporte que aseguran limpiará nuestra ciudad.

Yo siento pena por nuestra ceguera, por que enjuiciamos a los estudiantes que

luchan mientras nosotros elegimos  a representantes que nos roban.

Yo prefiero el desorden de las puertas para encontrarme con esta verdad tan pura

soñadora y colectiva, a encontrarme con el orden y las corbatas bien puestas que en

el fondo tienen solo intereses egoístas y faltos de amor.

Yo me quedo con la frase que nos recibió en el día del patrimonio y la abrazaré para

que sobreviva a la crueldad de los adultos que construimos este frío país.

El mayor patrimonio de la Chile es la lucha permanente de sus estudiantes.

Daniela





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