jueves, 28 de febrero de 2013

De lo que nos seduce

"Despierta, despierta es tarde” impulso  inicial que viene con la luz de la mañana; donde  la conciencia del nuevo día, llena la memoria con imágenes que se superponen a los difusos recuerdos de lo soñado, y comienza la secuencia circular de nuevas imágenes, que vienen a oscurecer nuestros recuerdos. Y de este modo la premura del vivir va ocupando el espacio de lo vivido o lo soñado.
En una pequeña isla que quiso ser independiente, quedaron aislados un puñado de valientes, con el  paso del tiempo, comenzó a escasear los alimentos, por lo  debieron aprender a alimentarse de la naturaleza, adaptarse a una nueva vida. Los más grandes, rápidos y sagaces como zorros desarrollaron una gran agilidad para alcanzar los alimentos y poca memoria olvidando los desaciertos. Los más pequeños, lerdos y pensativos, economizaron energías, desarrollando gran memoria, aumentando sus aciertos.
Los grandes y pequeños convivían en armonía unos cavilando, pensando como diseñar  el camino a seguir y los otros ingenuos, rápidos construían  este camino. Grandes y pequeños, pequeños y grandes eran uno, no había claridad donde terminaban unos y donde comenzaban otros, su secreto estaba en que los unos se preocupaban de los otros y los otros de los unos, en un fluir constante.
Una tarde tropical, en la playa de arenas amarillas distinguieron a lo lejos el resplandor de una botella de vidrio sobre la cual rebotaban los rayos de sol, en su interior herméticamente cerrado había un pedazo de papel que contenía un poema de amor:
los grandotes ágiles fueron los primeros en llegar a su encuentro, abriendo este valioso tesoro,  que leyeron ansiosamente:
“Tú eres la nube crepuscular del cielo de mis fantasías.
Tu color y tu forma son los del anhelo de mi amor.
Eres mía, eres mía, y vives en mis sueños infinitos.
Tienes los pies sonrojados del resplandor ansioso de mi corazón,
¡segadora de mis cantos vespertinos!
Tus labios agridulces saben a mi vino de dolor. Eres mía,
eres mía, y vives en mis sueños solitarios.
Mi pasión sombría ha oscurecido tus ojos,
¡cazadora del fondo de mi mirada! En la red de mi música
te tengo presa, amor mío. Eres mía, eres mía,
y vives en mis sueños inmortales.”
Tagore
y lo olvidaron, dejándolo a un lado volvieron a lo suyo, al poco tiempo no encontraron los pequeños que comenzaron a reflexionar aquellas extrañas palabras que llamaban a poseer, a amar, a atrapar momentos y transformarlos en sueños inmortales, extrañas palabras de egoísmo sin igual que pretendía detener el fluir de las cosas. Aún continúan asombrados, y de vez en cuando recuerdan  aquellas palabras que les  evocan emociones, que no parecen atraparlos, porque  son los minutos únicos diferente que luego se pierden,  lo que los seducen .