La perdida en un momento de nuestra vida genera el duelo. Proceso de transformación que nos lleva por el camino del cambio, la transformación de nuestro “yo”. Nos abandona parte de lo que somos, alejándose, perdiéndose… Encontrándonos con un nuevo “yo” generado por la ausencia, no implica una sustracción, un retirar, ni una matemática lineal sino un proceso de cambio que nos ha modificado y no tenemos claridad de porque camino nos llevara, generándose la incertidumbre, una incógnita, ¿Cuál será el nuevo equilibrio? ¿Qué nos espera? , esta ausencia se hace presente, integrándose a este nuevo “yo”, Cada mañana paso frente al cementerio donde descansan los restos de mi padre, su ausencia se hace presente, parte de una nueva vida, el dolor de su ausencia, se instala. Ese “yo” construido desde un “nosotros” que se apropia la identidad, fundiéndola en un colectivo, que nos constituye, nos determina y su perdida no hace morir en parte.
Cuando nos referimos a nuestro cuerpo nos alejamos de la perspectiva del “nosotros”, levantándose la individualidad de un cuerpo, con derechos, reivindicaciones propias, necesidades a satisfacer, se encarna el “yo, libre autónomo capaz de autodeterminarse, como depositario de lo esencial, su integridad se torna único, se apropia del “yo”. El cuerpo esta expuesto a su propia vulnerabilidad, supone muerte, sin embargo es el agente de nuestras practicas, gestor de nuestra acciones, controla nuestra autonomía, al igual que “uróboros”, la serpiente que se muerde la cola formando un circulo sin fin, el cuerpo se encuentra inmerso en un nosotros que es parte de su ecología, y esa separación que formaba al individuo se evidencia como aparente, el cuerpo es colectivo, la dependencia es física, unos con otros, una interdependencia que resulta en un eterno devenir entre la integración y la desintegración, “somos juntos”, nos integramos para construir la identidad de ese “yo” o quizás mejor dicho ese “nosotros” en un presente, nos desintegramos para reconstruir esa identidad presente, alcanzando una a temporalidad en el presente momento sin principio ni fin, ser consciente de esto evidencia nuestra vulnerabilidad y limita los márgenes de nuestra autodeterminación y es quizás el duel0 esencial que nos impone la auto conciencia.
Las trasformaciones de nuestro cuerpo son parte de este devenir a veces deseado o buscado, crecer, intervenir nuestro cuerpo, envejecer son parte de esto, grabando nuestra historia con señales visibles o no tanto, cada momento genera un duelo un cambio una perdida que evidencia una ausencia, a veces son palabras que provocan los cambios un diagnostico que construye una expectativa, o una dificultad que aparece e instala una diferencia, “no saludable”, nos aleja de lo que se espera que seamos. El “nosotros” abandona a este “yo” que no cumple con lo que se espera de él, medicamentos terapia intentan regresar al nosotros ese “yo” abandonado aislado. Surge la angustia. la cólera un deseo de alcanzar el nosotros, que instala su abandono en esta nueva formación de la identidad, surge la rebeldía, no puede ser que me este sucediendo esto, debe ser un error, comenzamos a buscar un nosotros que nos acoja, que diga que esto es un error y nos recuperaremos, esta incertidumbre genera dolor, melancolía, el aislamiento del “yo” . Mas allá de los que arrastra nuestro cuerpo, es la relación con los “otros” la que construye nuestra realidad, es en ese espacio de imaginación en que la perdida se instala y se hace presente la ausencia, el dolor la duda, la nueva estabilidad lo incorpora, es el día a día, nuestros tiempos, son diferentes, se ha construido un nuevo “nosotros”. Una enfermedad ha sido definida como falta de salud es decir la falta del estado de completo bienestar físico (biológico), mental (psicológico) y social, y no solamente la ausencia de infecciones o enfermedades ligeras, fuertes o graves. Sin embargo, el concepto continua segregando, separando construyendo una realidad en que el “yo” es separado de nosotros y en consecuencia debe ser recuperado, para integrarse al nosotros, una dualidad en que un yo es posible sin el nosotros. Probablemente la salud es un proceso de construcción permanente de relaciones que construyen nuestra identidad y la enfermedad son aquellas fuerzas que tienden a separarnos de nuestra ecología del nosotros.